miércoles, 29 de junio de 2011

EL HEROISMO DE SER QUIENES SON - Diego Mazón

Acabamos de enterrar a los dos últimos caídos de la guerra de Afganistán. Son héroes no porque hayan muerto, sino porque desde que besaron la bandera decidieron servir a su patria hasta las últimas consecuencias y en ello hay ya implícita una heroicidad a la que muy pocos están dispuestos, que muy pocos entienden. Pocos creen hoy que haya algo más alto, más noble, más heróico que dar la vida por la patria, por la bandera.

Con la misma nobleza e igual vocación de entrega que el sargento Argudín y la soldado Pineda (y los ocho heridos de los últimos días), 1.500 soldados siguen sirviendo allí donde sus compañeros, sus amigos, se dejaron la vida en un camino trampeado por el odio y el retraso del enemigo más radical. Esos que hoy patrullan en el oeste afgano lo hacen, imagino, aún conmocionados, con un nudo en el estómago que no termina de desatarse, con una mezcla de rabia, tristeza y temor. No sé si serán conscientes de lo patético que supone que tras la muerte de dos compañeros sólo se debata sobre plazos de retirada como si ellos no siguieran allí, como si no existieran y no tuvieran que cumplir una misión, como si no hubieran hecho ese juramento vital o como si el enemigo no se mantuviera al acecho. Sean conscientes o no de ese absurdo, en su idiosincrasia llevan impreso el heroísmo de ser quienes son, su promesa, su voluntad de entrega, su misión, su fidelidad, su honor indeleble e inalterable a factores externos.

Mientras aquí ya hemos pasado página, periodística y políticamente, hay 1.500 héroes que siguen viendo los colmillos del enemigo. El cuerpo (y la lógica) les pide ir a morder ellos primero, por los suyos, los caídos, por nosotros y nuestra libertad, por el honor, pero la racanería política, las mediciones cortoplacistas se lo impiden y eso eriza aún más su alma enrabietada, les avergüenza y les deprime mientras, obligados, esperan a que el enemigo ataque para asestarle el golpe que merece.

Cumplirán su misión, herederos como son de los sacrificios, las penurias y la gloria de “El Sangriento”, contribuyendo a engrandecer la leyenda de un regimiento único en el mundo. Y aquí seguiremos discutiendo sobre el sexo de los ángeles, sobre los discursos de todos aquellos que ayer pasaron del luto oficial en el Congreso para lucir guapos en su día grande, sobre la escoria que se atreve a quitar la bandera por la que están dispuestos a morir los héroes y al Rey de los Ayuntamientos ante la pasividad del resto, sobre niñatos que cobrarán seis millones de euros por lucir palmito en un campo de fútbol...

Ellos seguirán allí, velando por nosotros, por todo aquello que esgrimimos para hacer lo que nos da la gana. Y pueden estar orgullosos, pueden ir con la cabeza bien alta y volver con la misión cumplida y el honor en lo más alto sin esperar que aquí, cuando lleguen, nadie les dé las gracias. Y es que eso, el silencio, también es parte de ese heroísmo de ser quienes son.





No hay comentarios:

Publicar un comentario